martes, 11 de mayo de 2010

la fruta prohibida


Me sacas de aquel mundo donde ambas sofocadas por la lujuria. Nos bebemos. Nuestras manos sienten todo aquello que consideramos bello. Apoyada contra mi te me muestras en toda tu belleza más íntima. Me abro y, violentamente, me doy a ti. Un fuerte aroma de amor nos inunda mientras tu piel y mi piel gritan, silenciando el sonido a nuestro alrededor
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